La protección y conservación de la diversidad biológica y los ecosistemas, así como la promoción de infraestructuras verdes (y azules), son aspectos clave en la Agenda Urbana Española, dejando patente la relación que existe entre el bienestar humano y el capital natural y la necesidad de llevar a cabo una gestión integral de la misma desde la dimensión social, económica y medioambiental en pro de un desarrollo sostenible.

Según la Comunicación de la Comisión Europea “Infraestructura verde: mejora del capital natural de Europa” (2013), la infraestructura verde se define como “una red de zonas naturales y seminaturales y de otros elementos ambientales, planificada de forma estratégica, diseñada y gestionada para la prestación de una extensa gama de servicios de los ecosistemas. Incorpora espacios verdes (o azules en el caso de los ecosistemas acuáticos) y otros elementos físicos de espacios. En los espacios terrestres, la infraestructura verde está presente en los entornos rurales y urbanos”.

Por su parte, la Estrategia Nacional de Infraestructura Verde y de la Conectividad y Restauración Ecológicas concibe la infraestructura verde como “una red ecológicamente coherente y estratégicamente planificada compuesta por un conjunto de áreas naturales y seminaturales, elementos y espacios verdes rurales y urbanos, y áreas terrestres, dulceacuícolas, […], que en conjunto mejoran el estado de conservación de los ecosistemas y su resiliencia, contribuyen a la conservación de la biodiversidad y benefician a las poblaciones humanas mediante el mantenimiento y mejora de las funciones que generan los servicios de los ecosistemas y facilitan la conectividad ecológica de los ecosistemas y su restauración”.

La Agenda Urbana Española no es ajena a ello. Así, “definir una superficie mínima de las zonas verdes con el criterio de que un mayor porcentaje de ciudadanos tenga acceso a una zona verde de proximidad que esté adecuadamente dimensionada en función de las necesidades existentes, con especial atención al paisaje y a su valor como herramienta de calidad del entorno urbano” forma parte del conjunto de líneas de actuación propuestas por la AUE en relación con la revitalización de las ciudades.

Partiendo del escenario anterior, y conscientes de la necesidad de recuperar y poner en valor ambiental y social ciertas infraestructuras verdes y azules de la ciudad de Sabiñánigo y su entorno, en 2021 se contrató la elaboración del documento estratégico del Plan de Infraestructuras Verdes de Sabiñánigo. Dicho documento agrupa e interrelaciona espacios naturales formados por matrices “verdes” y “azules” de interés para la ciudad de Sabiñánigo y su entorno. Entre las medidas que adopta el Plan, se definen actuaciones a realizar tanto en zonas verdes urbanas como en los parques fluviales del río Tulivana y del río Gállego entendiendo éstos como elementos cuya función principal es la de servir precisamente como conectores ecológicos de la ciudad de Sabiñánigo, a la vez que se crea una zona de expansión y disfrute para los habitantes de Sabiñánigo y sus visitantes.

Con carácter general, las actuaciones a realizar a un horizonte 2030 se centrarán en la implementación progresiva del documento estratégico Plan de Infraestructuras Verdes de Sabiñánigo. Algunas de ellas podrán realizarse en el marco de la actividad y planificación de trabajos del servicio de Parques y Jardines. Otras requerirán actuaciones adicionales como la redacción previa de proyectos o informes sectoriales de organismos autonómicos afectados.

La línea de actuación “Infraestructura Verde y Azul” se desarrolla en el municipio de Sabiñánigo, con especial foco en la ciudad de Sabiñánigo. Debe tenerse en cuenta que de una población total de 9.371 habitantes (Fuente: Instituto Aragonés de Estadística a 1 de enero de 2022), 8.283 residen en la ciudad, siendo el resto población de los más de cincuenta núcleos rurales habitados que conforman el municipio.